Hoy, hace 50 años, el rock chileno entró en estado de shock. Tras estar en marcado ascenso por la popularización de la Nueva Ola Chilena, el golpe militar del 11 de septiembre del ‘73 interrumpió el avance del género y paralizó la escena musical nacional. Aún así, algunos porfiados artistas mantuvieron viva la llama del rock, ya sea en el extranjero como en el underground .
Los años ‘60 y ‘70: el rock a la chilena
Previo a la Dictadura, el rock chileno se encontraba en una etapa de pleno desarrollo. La Nueva Ola -que inició a fines de los años ‘50 con la popularización de la radio y televisión- emulaba el rock and roll gringo y solía interpretar covers en español de los éxitos norteamericanos. El género terminó permeando hasta al Mundial de Fútbol del ‘62, con su flamante canción oficial “El rock del mundial” de Los Ramblers.
La Nueva Ola Chilena cimentó el camino para que bandas como Los Jaivas, Los Blops y Congreso surgieran en la segunda mitad de la década de los ’60. Estas nuevas bandas de jóvenes músicos venían eso si con otra impronta: en vez de trajes a la medida y estrechos cortes, llevaban largas melenas que hacían notar un acercamiento al movimiento hippie. Así, más que emular el rock and roll, estos artistas buscaban una vuelta a las raíces por medio de la fusión latinoamericana, integrando folclor, rock y música latinoamericana.
Uno de los hitos más representativos del rock de la época fue el Festival de Piedra Roja. En octubre de 1970, un grupo de compañeros del Liceo N°11 de Las Condes se inspiró en el Festival de Woodstock para organizar su propia versión en tierras chilenas. Fue así como durante tres jornadas un improvisado escenario albergó a los rockeros emergentes de la nación, en un festival plagado de fallas técnicas.
Sobre su experiencia, Julio Villalobos, guitarrista de Los Blops, contó que “estuvimos poco más de 20 minutos con un par de interrupciones porque se cortaba la corriente, no se escuchaba mucho… El sonido salía por megáfonos, de lejos no se escuchaba nada y de cerca sonaba todo saturado”. Por su parte, Claudio Parra de Los Jaivas manifiesta que el festival fue más bien un hecho simbólico: “es verdad que tocamos en Piedra Roja y fue un evento que marcó un momento, pero la importancia que tiene es haberlo hecho no más, porque ya ni me acuerdo qué grupos tocaron, ni siquiera me acuerdo lo que nosotros tocamos”.
Más que un adelanto de los tiempos venideros, el Festival de Piedra Roja fue un fugaz destello de la cultura contestataria y rebelde propia de la juventud de la época. Y no fue la única forma de expresión que, a lumas y balas, se censuraría durante 17 largos años.
El Golpe de Estado
A las 11:52 de la mañana del 11 de septiembre de 1973, bombazos hicieron remecer el Palacio Presidencial de La Moneda. El Golpe de Estado había iniciado, y el rock chileno entraría en una fase de oscuridad. En contraste con la segunda mitad de los ‘60s y los inicios de los ‘70s, donde el rock se iba asentando fuertemente en el imaginario, los intérpretes de este género tuvieron dos alternativas. Continuar su carrera en el extranjero, o bien esconderse en la escena underground.
Y no era para menos, si la represión estaba a flor de piel. Daniel Sierra, historiador, menciona que “tras el Golpe de Estado, al ‘toque de queda’ se sumó la censura y autocensura de canciones en los conciertos. La presencia de ‘sapos’ -agentes infiltrados- en dichos eventos, y los constantes allanamientos realizados por policías y militares, con detenidos y suspensión de la actividad”. Esto -más la constante amenaza de persecución, prisión política y hasta muerte, como en el caso de Víctor Jara– fue lo que obligó a bandas como Los Jaivas e Inti-Illimani a abandonar el país.
Aún así, el rock encontró la manera de emerger. Si bien la industria discográfica chilena entra en un período de marcada decadencia en actividad respecto a las décadas anteriores, ciertas bandas logran lanzar singles o hasta álbumes. Tumulto y Arena Movediza son algunos de los nombres underground que más destacan. Otro interesante conjunto es Sol y Medianoche, banda que se atreve a musicalizar a Violeta Parra en clave rock.
La Voz de los ’80
A pesar de las dificultades reinantes, la comuna de San Miguel tenía escondida una sorpresa. Los jóvenes Claudio Narea, Miguel Tapia y Jorge González se juntaron bajo el provocativo nombre de Los Prisioneros y lanzaron una de las declaraciones políticas más contundentes de la época: el álbum La voz de los ’80.
“Algo grande está naciendo – En la década de los ’80s – Ya se siente en la atmósfera – Saturada de aburrimiento“, son los primeros versos del single que da nombre al álbum. En un país donde la crítica era censurada y castigada, este conjunto sanmiguelino se atrevió a revelar verdades incómodas para el régimen militar.
Tal sería el caso de “Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos”, donde se problematiza la hegemonía cultural del país norteamericano sobre las naciones del cono sur: “Y el inocente pueblo de Latino América – Llorará si muere Ronald Reagan o la reina – Y le sigue paso a paso la vida a Carolina – Como si esa gente sufriera del subdesarrollo”. Esta libertad a la hora de escribir sus letras no sentó bien con los militares. En 1987 se les aplicó la Ley de Seguridad del Estado por «promover el sexo libre y atentar contra la moral y las buenas costumbres», impidiéndoles de tocar en la ciudad de Victoria.
Indudablemente, Los Prisioneros abanderaron a una generación completa de latinoamericanos, dotándolos de una identidad cultural distintiva que emergió en respuesta a los contextos represivos donde crecieron. Eventualmente, en 1988 el plebiscito obligó a Augusto Pinochet a ceder el poder a Patricio Aylwin. La dictadura dejó un saldo de al menos 3.095 ejecutados y detenidos desaparecidos, además de 80.000 personas que pasaron por prisión política y/o tortura en centros de detención y campos de concentración.
Como medio de comunicación, no nos podemos quedar indiferentes a este periodo histórico que marcó la vida de cientos de miles de latinoamericanos. Fue un hecho histórico que, a un costo muy alto, hizo dispersar la semilla de la música chilena por todo el mundo, llegando a darle renombre a artistas que un régimen buscó censurar.