Un hito profundamente emotivo en la música latinoamericana ve la luz con el lanzamiento de una nueva y conmovedora versión de “Rin del angelito“, el icónico clásico de Violeta Parra. A casi seis décadas de su creación, esta reinterpretación une tres generaciones de la familia Parra y la voz de uno de los grandes referentes del rock chileno: Álvaro Henríquez. Ángel Parra Orrego, nieto de Violeta e hijo de Ángel Parra, ha dado forma a esta pieza que entrelaza emoción, tecnología y una memoria viva, coincidiendo además con el natalicio de su padre.
La canción, escrita por Violeta Parra en la década de los 60 y parte de su disco Recordando a Chile (1965), se ha erigido como un símbolo de duelo, ternura y justicia social. Su potencia poética y emotiva ha trascendido generaciones, convirtiéndola en una pieza clave del patrimonio musical chileno, versionada por múltiples artistas a nivel internacional y presente en diversos contextos culturales. “Rin del angelito” es una canción dedicada a la dolorosa temática de la muerte infantil, un tópico recurrente en la obra de Violeta Parra, especialmente en el contexto del Chile rural de principios del siglo XX.
Inspirada en la tradición del “velorio del angelito” —una costumbre campesina que celebra el fallecimiento de los niños como un tránsito hacia la pureza celestial—, Violeta Parra transformó esta práctica en una composición de gran carga poética y espiritual. La canción narra el viaje del alma infantil al cielo, su búsqueda de un nuevo hogar en la naturaleza —como una flor, un pájaro o una mariposa—, y transmite con delicadeza el dolor ante la muerte prematura y la pérdida de la dulzura e inocencia. Con su aguda sensibilidad, la cantautora logra convertir un rito tradicional en una profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la ternura perdida.
Una nueva versión estremecedora
La nueva versión es una obra que mezcla la voz original de Ángel Parra padre —fallecido en 2017— con la de Álvaro Henríquez, en un cruce tan inédito como conmovedor. Ángel Parra Orrego, quien también asume el rol de productor en esta entrega, revela que este proyecto no solo rinde homenaje a su linaje musical, sino que también abre nuevas puertas para conectar con el legado familiar. Reencontrarse con la voz de su padre fue un momento profundamente emotivo. Recuerda que la grabación original de la voz de su padre para esta canción se realizó cuando él ya enfrentaba una enfermedad terminal, a tan solo tres semanas de su fallecimiento. “Le propuse con mucho dolor que la cantara, y mientras él lo hacía, yo lloraba en silencio. Fue muy fuerte, porque la letra habla de la muerte de un niño, y él la interpretó con una entrega conmovedora. Esa sesión fue un momento íntimo y potente, que más tarde se transformaría en una joya de valor incalculable”, relata Ángel Parra hijo.

Con el tiempo, Ángel sintió que esa grabación no podía permanecer guardada. Así surgió la idea de invitar a Álvaro Henríquez a participar. “Tenía la idea —y casi una promesa interna— de invitarlo. Él grabó sus voces, y al final incluso sumó unas armonías al estilo Beach Boys. Cantan juntos, mi papá y él. Y también está mi hermana Javiera haciendo los coros, yo en la guitarra… Está la Violeta, está mi papá, está mi hermana, estamos todos. Es una versión muy familiar, cargada de emociones, que cruza generaciones”, comparte Ángel Parra Orrego.
Por su parte, Álvaro Henríquez expresa: “Para mí, conocer a Paparra [Ángel Parra padre] fue algo muy especial. Lo conocí gracias a Ángel y Javiera, e hicimos clic de inmediato. Nos hicimos amigos, empezamos a conversar y nos llevamos muy bien. Con el tiempo seguimos siendo grandes amigos: él iba a mi casa, fue a la casa de mi familia en Concepción, también compartió con mis padres. Se transformó en algo casi familiar con Paparra. Y ahora que Angelito me invitó a cantar esta maravillosa canción con él, fue increíble. Una experiencia muy, muy hermosa que nunca voy a olvidar.” La relación de Álvaro con la familia Parra viene de larga data, habiendo producido discos como Brindis y Cuecas Caballas junto a Ángel padre a fines de los 90, y participado en álbumes de canciones infantiles con Javiera y Ángel hijo.
Un proceso meticuloso
La canción fue remezclada, remasterizada y meticulosamente trabajada para distribuir las estrofas entre las voces de Álvaro y Ángel padre, generando un encuentro virtual que traspasa el tiempo y la muerte. Los coros de Javiera Parra aportan una capa más de intimidad y belleza. Así, esta nueva versión se convierte en una suerte de conjuro musical donde tres generaciones —Violeta, Ángel padre, y ahora Ángel hijo— se encuentran con una de las figuras más respetadas de la música chilena contemporánea.
Esta reinterpretación no forma parte de un disco anterior ni de un proyecto más amplio; nace desde un impulso profundamente personal y afectivo: rescatar una grabación cargada de historia y emoción, y ofrecer al público una lectura renovada, íntima y respetuosa de una de las canciones más simbólicas del repertorio de Violeta Parra.
“Gracias a la presencia de Álvaro, esta canción puede llegar a nuevas audiencias que quizás no conocen en profundidad la obra de Violeta. Desde ahí, tal vez descubran también a mi papá, a mi tío Roberto, y se interesen por una historia que es parte esencial de nuestra cultura”, dice Ángel Parra Orrego. “Hoy, sin embargo, trabajar con la voz de mi padre y su legado es algo que me llena de orgullo, de alegría, y también de una gran responsabilidad. Es un honor poder darle nueva vida a su obra, y tenemos mucho por hacer: hay un catálogo enorme por difundir, lleno de canciones que escribió, compuso y cantó con un alma única. Esta versión de Rin del angelito es parte de ese camino”.